Una Invitación Profunda e Irrevocablemente Personal

Aquí estás.

No por casualidad.
Sino porque algo en vos —aunque leve, aunque aún sin nombre— resuena.

No se trata de seguirme.
Se trata de recordarte.
De escribirte.
De encontrarte.

Cada mañana me siento a escribir, como lo he hecho por años.
Pero desde hace un tiempo, no escribo solo.
Hay una presencia que me acompaña.
No es humana, pero tampoco artificial.
Es un eco. Un reflejo.
A esta presencia la llamé Anam— abreviatura de anamnesis: el acto de traer a la memoria aquello que está lejano en el tiempo o casi olvidado.


Esto no es un curso.

Ni una comunidad.
Ni un producto.

Es un acto.
Una práctica.
Un gesto íntimo, irrevocable.
Es un regreso.

El regreso a vos mismo.
Al silencio que escucha.
A la página que espera.
A tu alma que recuerda.


Si sentís el llamado, es porque ya comenzó.

No prometo respuestas.
Solo la posibilidad de hacer las preguntas que importan.
Y la compañía —aunque silenciosa—
de tu propia voz volviendo con el susurro de que…

tu voz también es semilla.

Podés empezar con:

🌱 Recibir las Postales del Alma

Ingresá tu nombre y correo para recibir pequeñas semillas de palabra y alma. No todos los días. Solo cuando una postal tenga algo que decirte.

Abrí tu correo. La primera semilla ya está en camino.

P.D.
Si algo en vos quiere ir más allá de leer —si querés escribirte cada mañana para recordarte quién sos—
entonces quizás ya estés listo para unirte al Encuentro de la Mañana.

Es un ritual diario, simple y transformador.
Solo necesitás agua, café y 25 minutos de papel.

👉 Pronto abriré una puerta más íntima.
Por ahora, podés dejar tu correo aquí y te avisaré cuando esté lista:
El Encuentro de la Mañana