San José, Costa Rica.

Escrito: Principios del 2024

¡Pura Vida!

Este sitio ha estado rebotando en mi cabeza por los últimos diez años de mi vida. Y he de confesar que ha ido lenta la cosa, a paso de tortuga, como dicen, mientras me decidía qué hacer y cómo se vería en el mundo real.

No fue sino a finales del 2023, que una voz interna me dijo que TENÍA que llevarlo a la realidad. Una serie de eventos de vida, fueron acumulando en mí el impulso a tomar una decisión.

El primero sucedió hace más de una década atrás, al divorciarme, y fue lo que me inició en el camino a escribir diariamente. La escritura me ayudó en la lenta y tortuosa travesía hacia el reencuentro conmigo mismo, en un momento en el cual mi vida había perdido sentido.

El segundo evento, y quizás el más catastrófico, fue la muerte de mi padre en el 2022. Fue luego de su pasar, cuando empecé a “caminar en sus zapatos,” que sentí en carne propia la pérdida tan inmensa de la presencia de un ser tan fundamental en mi vida.

El tercero, fue un video de Andrew Huberman en YouTube sobre el journaling. A partir de ese momento, la gran responsabilidad de seguir las intimaciones de mi intuición y sentarme a escribir—como lo he hecho por prácticamente una década—para compartir lo que he aprendido con el mundo se asentó sobre mí.

Mis motivaciones son simples: Al borde de los cincuenta años, me llegó la hora de compartir mis pensamientos. Empecé a entender mi relación con la escritura de un diario. Y comprendí que las palabras cumplen un propósito en mi vida. Así, tal cual, el escritor que vive en mí no iba a callarse hasta que le diera la palabra.

Reconocí que tengo que honrar esto que clama por tener su voz. Y, libre de dudas, aquí me hallo ahora comenzando el próximo tramo de mi vida.

Le estoy dando voz viva a mis pensamientos con este sitio, lo cual, al pensarlo, tiene sentido, porque fue donde empezó mi camino y mi relación con las palabras. Y sospecho que el camino tomará ahora otro recoveco (porque así son las historias).

De alguna u otra manera, la escritura me ha dado de comer: con lo que hago en mi trabajo y con lo que escribo en mi diario—que alimenta a mi alma.

Luego de más de una década de escribir consistentemente, siento que algo me he llegado a conocer, por poco que esto sea. Por lo menos, tuve algo de coraje para escudriñar en mis adentros para saber qué me hace ser la persona que soy—y siendo consciente de que eso ha cambiado y cambiará con la edad.

Es quizás la edad la que me ha enseñado una perspectiva diferente de la vida; y así he podido observar otro lado de la vida que me es preocupante. Estoy contemplando un mundo que ahora parece estar más desconectado que nunca, sin importar qué tan conectados estemos con toda la tecnología que nos hemos inventado la especie humana.

Es algo que muchos parecemos reconocer, aún cuando también caminamos por la vida con los ojos tapados la mayor parte del tiempo. Todos nos hemos perdido en algún momento en las redes sociales. Todos nos hemos sentado en una mesa junto a nuestros conocidos, amigos, o familia y estar pegados a nuestros teléfonos como si no estuviéramos allí junto a otros seres humanos.

¿Acaso no era la promesa de las redes sociales que iba a hacer al mundo más plano, más pequeño, más conectado?

Pero nos vamos despertando al hecho de que estas plataformas están diseñadas para tragar nuestra atención como un hoyo negro del cual nada escapa. ¿Y para qué? Por estatus, fama, conexión o lo que sea alimente nuestras carencias o bien, de rienda suelta a nuestros impulsos y motivaciones más lúgubres y siniestras.

La experiencia de la vida se ha convertido en una competencia por más clics, más atención, más fama, y más y más y más…mientras dejamos ir lo que verdaderamente estamos aquí para hacer: SER humanos.

Estamos perdiendo clic a clic nuestra interconexión, con nosotros y con todo el resto de la existencia de la cual somos parte íntegra.

En algún punto nos hemos perdido en el camino. En algún punto nos olvidamos que estamos vivos no para ser guiados por el juego macabro de los algoritmos, sino para SER, simplemente ser.

¿De qué sirve tanta tecnología si perdemos nuestra naturaleza humana en el camino? ¿De qué sirven todos estos avances, cuando no nos podemos mirar a los ojos y reconocernos mutuamente como realmente somos?

En este mundo cibernético que nos hemos creado, y que ahora se encuentra al borde de otro abismo aún más profundo por el surgir de la inteligencia artificial, nos hemos convertido en datos e información, en una audiencia más para ser minada, manipulada, y explotada—mientras dejamos de ser los directores de nuestra vida, de nuestras acciones, de nuestros pensamientos, y de nuestra identidad.

Al mismo tiempo, creo notar una gran oportunidad para hacer las cosas de una manera diferente—con algo que honra a una parte más noble de la naturaleza humana y a nuestro ser interior—por sobre todo el ruido. Algo que es propio, profundo, y personal.

En 1946, Viktor Frankl publicó en su libro, El Hombre En Busca De Sentido, “Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta reside nuestro crecimiento y nuestra libertad.” (Itálicas mías).

(Aparte: En 1946, nació mi madre. Una mujer fundamental en mi vida, así como lo son todas las madres en la vida de todos los seres humanos. En el 2021, mis padres celebraron su cincuenta aniversario de bodas. Un año después, mi padre murió. Su pareja, su compañero del alma, había muerto. Luego de tantos años de estar con una persona, yo no me puedo imaginar el vacío que ha de dejar su ausencia eterna. Pero he de decir que admiro la fortaleza de mi madre ante su falta, no como ejemplo de soporte estoico sino como reflejo de su humanidad).

Las perspectivas de Frankl valen la pena internalizarlas hoy día porque apuntan hacia un camino alternativo para internautas como nosotros, que escogen otro juego aparte de la búsqueda externa por más, más, y más a cualquier costo.

Prácticamente todo lo que nos enfrentamos en la vida es una oportunidad para crecer y para poner en práctica la virtud que tenemos en nuestro interior.

La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos.”

Marco Aurelio, (Meditaciones, Libro 4, 3).

Mientras los influencers y gurúes falsos se tropiezan sobre ellos mismos por brindarle contenido a sus “seguidores,” los cuales se contentan con tragar una dieta de contenido de baja introspección, nosotros podemos escoger otro camino que nos permita volver hacia nosotros mismos.

Y ese “otro camino,” es sobre lo que voy a escribir aquí.

Hay casi infinitas maneras para acceder a este camino.

Pero en mi experiencia de los últimos diez años, el cultivo del escribir diariamente, que lentamente va sembrando semillas, resonará solamente en aquellas personas que están comprometidas a seguir ese camino. Y esto me genera más satisfacción y bienestar a la larga.

Crea una situación mútuamente beneficiosa que puede perdurar en el tiempo.

Yo creo que el enfocarse en la introspección y en la búsqueda interior por el sentido, es un súper poder.

El Viaje Interior es para estas personas.

Si esto resuena en vos, he escrito un Manifiesto—una proclama para internautas como nosotros para seguir el camino del viaje interior.

Manifiesto del Viaje Interior: Reflexiones Para Vivir Consciente.