Confesiones de Un Almanauta

En algún lugar de San José, Costa Rica

Escribo para mí. Esa es mi confesión. Esto que llevo años haciendo diligentemente cada día, es un acto solitario. Hoy escribo esta carta con la intención de conectar con otros.

La escritura, para mí, ha sido un acto de valentía. Empecé a escribir en un momento en el cual las emociones me abrumaban; hoy sigo escribiendo con miras a conocerme un poco mejor cada día.

En este camino, he encontrado dos facetas del escritor que vive en mí: Aquel que escribió cuando lo necesitó y este que escribe con curiosidad para conocerse más íntimamente. Esto denota una progresión, una evolución y, si se puede decir así, un crecimiento.

La verdad no sé hasta dónde llegará mi camino en la escritura; no sé que depara mi futuro ni qué haré ante los inevitables traumas que nos esperan a todos en la vida. Sin embargo, hoy sigo escribiendo con las mismas ganas y anhelos de ver qué hay más allá en esto de la escritura.

He encontrado que este mundo es inmesurablemente profundo. Por eso, siento que apenas estoy rasgando la superficie de lo que está más allá de lo que he conocido. Hay más. Mucho más por descubrir.

Sé que en este camino no he sido el primero ni seré el último en recorrerlo. Aún así, espero conocer a más almas afines conforme exploro más en él. Quizás sea un anhelo de un hombre que desea conocerse más a través de la conexión—conmigo mismo y con otros.

Esa es la gran paradoja, somos completos pero, ¿cómo definirnos a falta de esa conexión y relaciones que tenemos con otros? Difícilmente podemos decir que nos encontramos solos en la vida, pero ante toda relación que establecemos es igualmente cierto que llegamos a ella solos.

Quizás este sea un motivo escondido por el cual también empecé a crear este mundo: como una invitación para que otros que, si así lo desean, puedan habitar y encontrar conexión—consigo mismos y con otros que están alineados con los valores que he planteado aquí.

Lo que si puedo garantizar es que la escritura me ha brindado regalos que han abierto mis ojos ante una realidad diferente. No dejás nada encubierto cuando escribís del corazón, no hay velo detrás del cual podás enmascarar tus propias verdades.

Creo que tiene que ser así, de cierta manera; al escribir estás entablando una conexión con las partes más profundas de tu ser. Y allí, dentro de vos, hay mucho que encontrarás que te llevará al éxtasis tanto como a la tristeza. Es parte del viaje.

Mi propuesta ante el mundo que estoy creando aquí es de conexión. Esta aspiración la siento aún más importante hoy día cuando en apariencia el mundo está más distanciado que nunca a pesar del sinfín de maneras de conectarnos.

He sido y soy cómplice de esta desconexión. Cada día es una lucha por no dejarme hundir en el espejismo de la conexión aparente a la cual nos invita las redes sociales. Por eso creo en mi propósito de hacer lo que pueda para combatir aquello que nos aleja a favor de esto que nos conecta como seres humanos: nuestra capacidad para crear conexión a través del lenguaje.

Después de todo, la escritura es algo completamente humano. ¿Dejaríamos de lado este gran regalo tan profundamente nuestro al olvido? Yo esperaría que no sea así y por eso escribo.

Hoy, con estas palabras, renuevo mi propósito por el cual empecé a escribir pero habiendo dejado traumas antiguos en el pasado. Hoy, escribo para conectarme con vos desde lo más profundo de mi ser para leerte desde lo más profundo de tu ser.

¿Te parece mi propuesta? Te leo.

Jean-Paul Cortés