Recordarme quién soy… para no olvidar quién he sido

“Aquí estoy.
Me escribo para recordarme quién soy.”

Un manifiesto en voz baja

A veces me recuerdo.
Otras veces me cuido de no olvidar.

Pareciera lo mismo. Pero no lo es.

“Recordarme quién soy” es un acto de presencia.
Es el gesto de sentarme cada mañana y decir: Aquí estoy.
Es encender la luz en el cuarto interior, aunque esté vacío.
Escribo para aparecer.

Pero hay otra voz, más callada, que viene después:
Escribo lento para no olvidar.

No olvidar qué.
No olvidar quién he sido.
Quién fui cuando nadie me miraba.
Quién fui en medio del ruido, de la pérdida, del silencio.
Quién fui cuando apenas me sostenía con palabras escritas en los bordes de un cuaderno.

Porque el mundo no nos borra de golpe.
Nos borra lento.
Con sus algoritmos, con sus agendas, con su velocidad.
Nos vamos perdiendo, conexión por conexión,
pantalla tras pantalla,
hasta que lo esencial se vuelve ruido,
y lo profundo se vuelve pospuesto.

Olvidamos sin darnos cuenta.
Primero lo que sentimos.
Después lo que pensábamos.
Y al final, lo que éramos.

Hasta que somos el olvido.
Un eco sin raíz.

Es por eso que escribo lento.
No por estilo. No por romanticismo.
Sino porque hay partes de mí que solo aparecen cuando el tiempo se detiene.

La escritura lenta es mi resistencia.
Mi fidelidad al alma.
Mi forma de decir: esto que fui, no se pierde. Esta voz, aunque tiemble, sigue siendo mía.

Hoy nace este puente.
Entre el yo que se recuerda y el yo que se resguarda.
Entre el acto de estar y el acto de sostener.

Recordarme quién soy…
…para no olvidar quién he sido.

Ese es el ritmo.
Ese es el llamado.

Seguimos.

Jean-Paul Cortés