Un viento suave te envuelve fuera del cuarto donde estabas hace unos momentos…
… Lo que ves más allá te quita el aliento.
Frente a vos se extiende un vasto paisaje; pero no es un paisaje común.
Es un mundo en constante transformación, donde las palabras se elevan como humo desde la tierra, formando caminos que se entrelazan en el aire, conduciendo a destinos desconocidos.
Algunas palabras son familiares, otras parecen susurrar secretos antiguos. Ves colinas y valles formados por frases que narran historias, ríos de tinta que fluyen lentamente hacia un horizonte incierto y árboles cuyas hojas son páginas de diarios, cada una conteniendo una historia que nunca has leído pero que sentís que conocés.
A lo lejos, divisás un faro que emite destellos de luz intermitente, como si estuviera guiando a los perdidos hacia algún lugar de revelación y sanación. Te das cuenta de que este es un nuevo mundo que nunca habías conocido.
Y escuchás mi voz decirte…
“Este mundo se abrirá ante vos cuando empecés a escribir…cada palabra es un paso en una aventura de autodescubrimiento.”
De repente, el sendero bajo tus pies se aclara, invitándote a avanzar. Un susurro en el viento te asegura que cada vez que empuñés el bolígrafo, este mundo se expandirá y transformará con cada pensamiento, con cada palabra que plasmés en el papel.
Tu aventura como almanauta ha comenzado, y este es solo el primer paso. El camino se abre ante vos, lleno de posibilidades, de misterios por desvelar, y de historias que solo vos podés escribir.
Justo cuando te dispones a explorar más de este enigmático mundo, la tierra bajo tus pies empieza a temblar. Un profundo estremecimiento sacude el terreno, y observas cómo las palabras que delineaban los caminos se desmoronan, desintegrándose en el aire. Los árboles de páginas crujen y el río de tinta se agita, como si algo poderoso estuviera emergiendo desde lo más profundo.
El faro a lo lejos emite una luz más brillante, como si estuviera llamándote, guiándote hacia un refugio seguro.
¡Sabés que debés moverte rápido!
El terremoto se intensifica y el sendero frente a vos comienza a fragmentarse, dejando brechas peligrosas en el camino.
Sin pensarlo dos veces, comenzás a correr, esquivando las fisuras que se abren bajo tus pies. Tu única opción es seguir la luz del faro, que parece ofrecer un refugio en medio del caos.
No hay tiempo que perder; la aventura continúa, y cada paso te acerca más a descubrir los secretos que este mundo tiene para ofrecerte.