Al salir del faro, la puerta pesada se cierra suavemente detrás de vos, como si te despidiera con un susurro silencioso. El aire frío de la noche te envuelve, y una fina neblina comienza a formarse a tu alrededor. Los ecos de lo que acabás de experimentar aún resuenan en tu mente, mezclándose con el murmullo distante del viento.
Frente a vos, emergiendo de la niebla, aparece un estrecho sendero iluminado por la luz pálida de la luna. Las piedras viejas y desgastadas que lo componen parecen haber sido colocadas allí hace siglos, marcando un camino que pocos han transitado. Sentís una atracción inexplicable hacia él, como si algo te llamara desde lo profundo.
Mientras avanzás, el entorno comienza a transformarse. Los árboles a ambos lados del sendero se vuelven más altos y sus ramas se entrelazan sobre tu cabeza, creando un dosel natural que oscurece el cielo. Las hojas susurran al moverse con la brisa, formando melodías que evocan recuerdos lejanos.
A medida que te internás en este pasaje, notás pequeñas luces danzantes entre los árboles. Son luciérnagas que iluminan tu camino, guiándote hacia lo desconocido. Cada paso que das te llena de una mezcla de anticipación y serenidad. Sabés que estás avanzando hacia una nueva etapa de tu viaje.
De repente, el sendero se abre en una amplia explanada. En el centro, ves una fuente antigua de la cual brota agua cristalina que refleja las estrellas. Te acercás y te inclinás para beber; el agua es fresca y revitalizante, llenándote de energía.
Al levantar la vista, notás que más allá de la fuente, emergiendo de la niebla, se alza una estructura imponente: la entrada de un laberinto. Los muros son altos y están construidos con piedra cubierta de enredaderas oscuras. Las sombras parecen danzar en sus superficies, moviéndose al ritmo de una melodía inaudible.
Una sensación de déjà vu te invade. Recordás las palabras que escuchaste en el faro, la voz suave que te habló de enfrentar tus propias sombras y abrazar todas las partes de tu esencia. Comprendés que este laberinto es el siguiente paso en tu travesía, un lugar donde profundizarás aún más en tu autoconocimiento.
Te detenés frente a la entrada del laberinto. Las piedras viejas y desgastadas te indican que este no es cualquier camino; es un sendero que muchos temen recorrer, pero que vos estás dispuesto(a) a transitar. Sentís el bolígrafo-llave interdimensional en tu mano, emanando un calor suave que te reconforta.
El silencio es casi absoluto, interrumpido solo por el latido constante de tu corazón. Una ligera brisa te acaricia el rostro, y con ella, parece llegar un susurro lejano:
“Adelante, valiente almanauta. Tu viaje recién comienza“
Con una mezcla de determinación y calma, das un paso hacia adelante. Al cruzar el umbral, sentís que el mundo exterior se desvanece lentamente, y una nueva realidad te envuelve. Las paredes del laberinto se alzan a tu alrededor, y el camino se bifurca en múltiples direcciones.
Sabés que lo que te espera adentro es más desafiante, pero también más revelador. Estás listo(a) para enfrentar los misterios y enseñanzas que el laberinto tiene para ofrecerte.
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